February 21, 2013


5 minipuntos a favor del eBook


Hace casi un año, para el día de mi cumpleaños, tuvieron a bien regalarme el FnacBook, el libro, o lector diría yo, electrónico de la Fnac.

Yo siempre había sido de los de «yo para leer donde esté el papel y la tinta que se quiten las pantallas», «que un ebook no huele a nada», «que lo que me gusta es pasar las hojas, retroceder dos páginas, releer el párrafo aquel del capítulo anterior». También es verdad que el mundo este de los cachivaches electrónicos me fascina y que pijada con botones y que pite haría noche en la puerta de la tienda para ser el primero en conseguirla; si no llega a ser por el regalo cumpleañero, de estas navidades no pasaba el agenciarme el Kindle barato al que llevaba siguiéndole la pista un tiempo.

Así que como hasta que las cosas no se prueban uno no sabe si le gustan o no, ahora que llevo algo más de medio año conviviendo con él ya puedo decir que me gusta más de lo que pensaba y que incluso le encuentro ventajas sobre el formato clásico, ya sea en su versión cartoné, rústica o decorado con guadamecíes brocados.

La primera ventaja es el fácil acceso a libros escritos en otros idiomas. Para hacerte con un libro en inglés, no digamos ya en italiano, tenías que esperar por lo menos quince días si lo pedías tú directamente o más si acudías a la librería y lo pedían ellos al distribuidor. Ahora con entrar en un sitio en el que vendan ebooks, por ejemplo Penguin en inglés o BookRepublic en italiano, hacer dos clicks, meter el número de la tarjeta y hacer otros dos clicks, ni cinco minutos en total, ya tienes el libro que quieras en tu dispositivo.

La segunda ventaja es que el lector electrónico siempre pesa y mide lo mismo. Ya tengas dentro del aparato uno o doscientos setenta libros, ya prefieras el relato breve, el Quijote o las obras completas de William Shakespeare, el peso del dispositivo electrónico varía entre los doscientos cincuenta y los doscientos cincuenta y un gramos (esto último si le has tenido que añadir una tarjeta microSDHC para aumentar su capacidad de almacenamiento).

En tercer lugar, en el tiempo que llevo usándolo también lo veo como una herramienta útil para el fomento de la lectura. Alguien que no está acostumbrado a leer se puede echar para atrás ante lo que comunmente se llama un tocho (La noche de los tiempos, por ejemplo, de Antonio Muñoz Molina). Pues bien, en su formato digital, este libro abulta tanto como el famoso microrrelato de Monterroso y no causa ninguna angustia ver que llevas leídas cien páginas y todavía no has llegado ni al ecuador de la primera parte de la obra.

El precio en estos tiempos de dificultades económicas también hay que mirarlo, y es aquí cuando llegamos a la cuarta ventaja. Hoy por hoy, el precio de los libros electrónicos, a pesar de ser considerados fiscalmente objetos de lujo, es bastante más bajo que su correspondiente edición en papel. Y hay libros que por ese culto al objeto en sí, vale la pena tener en papel, pero hay otros, digamos más livianos en todos los sentidos, que no importa tenerlos reducidos a bits.

La quinta y última ventaja tiene que ver puramente con la informática y el internet. Existe una extensión llamada .epub (el formato estándar para los libros electrónicos) que permite guardar y por lo tanto exportar casi cualquier página web que nos guste, que no tengamos tiempo de leer detenidamente en el momento o que queramos guardar para la posteridad. Esto permite convertir el lector eléctrónico no solo en una biblioteca si no también en una de aquellas carpetas en la que antes íbamos metiendo recortes y más recortes de periódico, pero aquí con la diferencia de que el paso del tiempo no hace que amarilleen las hojas.

En definitiva, no era tan fiero ni tan terrible el ebook como lo pintaban. Está claro que a los que nos gustan leer y los libros los seguiremos comprando, unas veces en este nuevo formato y otras muchas en papel. Porque eso sí, estar a punto de descubrir quién mató a Miguel Desvern o Deverne, o qué se esconde en el cofre del tesoro de Long John Silver, y que se acabe la batería, antes no pasaba.

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Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.


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