February 22, 2012


El estornudo asesino


Esta es la historia de dos líneas paralelas a las que llamaremos A y B. A y B son dos nombres ficticios y elegidos aleatoriamente dado que ambas líneas podrían haberse llamado P y Q, X e Y (nombres más comunes en el ámbito incógnito) o V y W (lo que las habría convertido en redundantes y ligeramente aliterantes).

La línea A representa un proceso catarral que viene de lejos (la infinitud de la línea es una de sus características) y la línea B representa el crecimiento constante y uniforme de un cabello humano cualquiera mecido arbitrariamente por un cierzo huracanado (otra infinitud absoluta).

La línea A, paralela a la línea B por naturaleza y definición, está destinada a no cruzarse nunca con la línea B, al igual que la línea B, paralela a la línea A por naturaleza y definición está destinada a mantener siempre la misma prudencial distancia respecto a la línea A.

Si la línea A, caso poco frecuente pero que a veces ocurre, la naturaleza tiene sus propios mecanismos que se nos escapan; si la línea A decía, que discurre por un plano superior y paralelo a la línea B, sufre, como sucedió ayer por la tarde, una alteración en su campo magnético que la desvía hacia abajo ejerciendo una presión solamente perceptible con sofisticados instrumentos de medición, esta, la línea A, se mueve de su trayectoria inicial aproximándose, en dimensiones no perceptibles para el ojo humano, pero aproximándose al fin y al cabo a la línea B.

Si la línea B a su vez, caso poco frecuente pero que a veces se da, la naturaleza no deja nunca de sorprendernos; si la línea B decía, que discurre por un plano inferior y paralelo a la línea A, sufre, como sucedió ayer por la tarde, una alteración en su campo magnético que la desvía hacia arriba ejerciendo un empuje solamente mensurable con instrumentos más que precisos, esta, la línea B se aleja de su trayectoria inicial aproximándose, en dimensiones no perceptibles para el ojo humano, pero aproximándose al fin y al cabo a la línea A.

La colisión entre ambas líneas se producirá tarde o temprano, de eso no hay duda. O sería mejor decir que la colisión ya se ha producido.

A las 18:00h de hoy he tomado asiento en el confortable sillón de la peluquería dispuesto a que el fino estilista que doma mis cabellos procediera a hacer uso de la tijera con su habitual maestría.
  —Parece que has elegido catarro— me ha dicho cuando llevaba diez minutos cortando de aquí y de allá.
  —Puf, creo que lo elegí ayer por la tarde.— Le he respondido entrecortadamente. —Aunque creo que más bien me ha elegido él a mí.
Durante los siguientes cinco minutos sólo se ha oído el «ras, ras» de las tijeras y el «frish, frish» del peine surcando mi melena.

Precavido como es uno yo solo respiraba por la boca, que me conozco y me doy miedo. Pero la geometría es lo que tiene, que no se puede luchar contra ella y que si dos líneas se empeñan en dejar de ser paralelas en algún momento se encontrarán.
  —Nacho espera, que voy a... ¡¡¡Aaachísss!!!

Tres horas llevo en la sala de espera de urgencias. Dice el médico que no es la primera vez que llaga alguien en mi estado, y que todavía no se ha muerto nadie por llevar una tijera clavada en el pómulo derecho. Así que paciencia. Lo que peor me sabe es que hoy no hay ni la mitad de cierzo que había cuando pedí hora.

ENTRADAS RELACIONADAS:
Manuel, hazme un redondel.
El timo del botemocho.
El misterio de las aves migratorias.
Rosnecsa.
La primera cagada del curso.

Labels:

Posted @ 22:52 by | Permalink | Van 0 comentarios|


February 08, 2012


Tres de una tacada


A veces me apetece leer y leo. La oración anterior puede parecer una tontería dicha así, fuera de contexto, pero es que hay otras veces que me apetece leer y no leo. Podemos decir que la lectura se bifurca en sentido afirmativo o negativo. A veces me apetece leer y leo; a veces me apetece leer y no leo, duermo. Cuando se da el sueño coinciden mi culpa y la del libro o del autor de dicho libro, que no incluye, ni el libro ni el autor, situaciones lo suficientemente emocionantes para sacarme del sopor en el que a menudo me veo inmerso. Pero de culpas, sueños y faltas de emociones hablaremos otro día.

Hoy toca hablar de esas cada vez más raras temporadas en que me apetece leer y leo. En las que me bifurco hacia el sí. La última tuvo lugar a principio de año, del 9 al 21 de enero para ser exactos, en la que me leí tres libros casi sin darme cuenta.

Empecé con La dama de la furgoneta, de Alan Bennett. Miss Shepherd, una excéntrica de verdad, vive en una furgoneta que aparca en la calle, como los que pernoctan en un cajero de La Caixa, pero con ruedas, que si un día te apetece ir a dar una vuelta a ver quién mueve un cajero con lo que pesan. Pero ya sabéis lo que pasa en estos casos, siempre está el típico gracioso que te raya la furgoneta, te rompe los cristales, te pincha las ruedas... hasta que el narrador de la obra se harta de que sus vecinos importunen a la dama y le ofrece aparcar su Bedford en el interior de su jardín. A partir de ahí se establece una peculiar relación entre ellos, con sus discusiones y sus complicidades, sus sillas de ruedas, sus olores agrios y su whisky para darse friegas, que se nos irá desgranando a lo largo de todo el libro.

Aquel viernes 13, mala suerte para los supersticiosos anglófilos, me tocó estar de guardia en la biblioteca. Esos viernes sin recreo si no tengo que poner orden, aprovecho para revisar las estanterías, abrir libros y leer solapas. En la estantería de las novedades descubrí Los libros errantes, del que me llamó la atención sobre todo la portada. Un hombre de pie en el muelle de un puerto ve alejarse un barco mientras en su mano izquierda sostiene una maleta con forma de libro. Me lo autopresté. Felipe Benítez Reyes en este ensayo breve sobre los libros nos habla de la importancia de la lectura (y por tanto de la escritura).
Porque los libros no son el mundo, de acuerdo. No son la vida. Pero, ¿qué, sino los libros, nos explican el mundo; qué, sino ellos, intensifican la vida?
Aún no lo he devuelto.

Estaba lanzado literariamente hablando. Normalmente el día siguiente a terminar un libro me lo tomo de descanso, para que se asiente la lectura y no se mezclen los personajes en mi cabeza. Pero me apetecía tanto leer y tenía tan poco sueño que me subí a la cama y saqué de la estantería-de-los-libros-que-sólo-recogen-polvo el Mujer mirando al mar de Ricardo Gómez. Un escritor compra en un rastro una carpeta roja llena de papeles que contienen un poema y a partir de ese hallazgo el autor se embarca en la aventura de reconstruirla vida de la autora del poema, sospecha que es una mujer y el texto autobiográfico, y también la historia que en el se cuenta. Asistimos a lo largo de todo el libro al fascinante proceso de creación de una novela: de dónde surge la inspiración, la investigación previa a la escritura, la creación de los personajes, el momento en que la ficción se separa de la realidad y la historia cobra su vida propia. Y en el fondo de la carpeta roja, la historia de amor de Elena y Pablo y el mar. Pura literatura. Metaliteratura de la buena.

ENTRADAS RELACIONADAS:
La Lucky del gran poder.
La guerra es soledad.
El diario de María Sánchez Arbós.
El rumor del oleaje, de Yukio Mishima.
La trilogía neoyorquina de Paul Auster.

Labels: ,

Posted @ 21:03 by | Permalink | Van 0 comentarios|



Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.

Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.


-------------------
Name: SRG
Location: Aragón
De perfil...

pregunta, pregunta

tutorías personalizadas

todas las convocatorias

La foto de la pizarra

entre clases y guardias

últimas clases

en el recreo

cursos anteriores

asignaturas

la inspección educativa

bibliografía recomendada

sala de profesores

el claustro

auxiliares de conversación

material didáctico