February 24, 2010


Padres, hijos, líos, cartas y acertijos


El pasado viernes un grupo de amigos y conocidos salían al escenario para hablar de lo complicadas que resultan las relaciones familiares; una especie de Patriarcas Anónimos o de Proyecto Hijo, pero de cara al público, sin vergüenza que valga y soportando el escarnio del respetable.

Empezaba la función con la ilusión incontenible del padre primerizo, ilusión que se tornaba en desengaño en cuanto los hijos crecían un poco, o un bastante, o un mucho. A continuación salían tres niños a escena para contar una adivinanza y con sus juegos y cabriolas aliviar un poco la tensión que se mascaba en el ambiente. Ambiente que se volvía a tensar en cuanto los padres tenían que hacer frente a las ansias por adquirir conocimientos, sexuales en este caso, que todos los hijos a una cierta edad muestran. Acto seguido dos amiguitas, porque en estos casos no se puede uno formar una opinión si no escucha a las dos partes, nos hablaban, una de lo traumática que puede ser la vida post-divorcio y la otra de sus anhelos estético-vitales para un futuro aún lejano. Luego, los dos padres que anteriormente se habían enfrentado a la imparable curiosidad filial, recuperaban el protagonismo, esta vez no sólo para responder a las preguntas de la criatura sino para aclarar entre ellos y a la vista de todos una supuesta según él, confirmada según ella, infidelidad conyugal. Terminaba la función con la experiencia de tres abnegadas madres que llevaban a sus tres no tan abnegados hijos a un casting publicitario buscando, como hacen todas las madres del mundo, lo mejor para sus hijos: que Javier, Oriol y Alejandro tengan el futuro asegurado.

Y aunque la Navidad quedaba ya un poco lejos también hubo tiempo para que tres tiernos infantes hicieran las delicias del público asistente, leyendo a la luz de los focos sus cartas repletas de deseos para los tres Reyes Magos.

Al final salió todo perfecto.


Un éxito rotundo.

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Quizá haya algún tesoro / muy dentro de mi entraña. / ¡Quién sabe si yo tengo / diamante en mi montaña / o tan sólo un pequeño pedazo de carbón! / Los árboles del bosque de mi isla / sois vosotros, mis versos.

Salen los niños alegres / de la escuela, / poniendo en el aire tibio / de abril canciones tiernas. / ¡Qué alegría tiene el hondo / silencio de la calleja! / Un silencio hecho pedazos / por risas de plata nueva.


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