No penséis que porque sean magos no tienen sus momentos de ansiedad, les pasa como a mi cuando me hago la maleta para ir una semana a la playa, que al final digo me lo cojo todo y el día que llueva por el que haga calor y luego no me caben las cosas en el coche; pues a los Reyes Magos igual, se ponen en marcha en septiembre para llegar a tiempo esta noche, porque también mira que son tradicionales los tíos, en camello, como si no hubiera trenes, vale que el avión igual es muy moderno, ¿pero un tren de vapor? Y en tres meses el tiempo cambia, que en septiembre aún estamos en verano y esta noche acaban de decir en la televisión que va a hacer un frío que más vale que no les dejemos ni la copa de anís en la terraza, que se congelará, pero ellos tan felices, con sus macutos llenos de ropa y a los camellos. Pues nada, ellos sabrán, que ya son grandes. Pero también se agobian, que lo sé yo.

A mitad de octubre ya empiezan a preparar los regalos, porque aunque no les pidas nada, que tampoco estamos en edad de pedir, yo lo que me traigan, lo que ellos quieran, una cosa sí que me haría ilusión, pero carta ya no les escribo, pues que ellos van preparando las cosas ya por el camino, no queráis saber cómo, que son magos, ya lo dice el nombre, y claro, se pasan el mes de noviembre entero preparando paquetes, que a esta chica le iría bien La Casa Palacio de PinyPon, pues venga, al saco, que al chico éste que le gusta tanto revolcarse en el barro lo mejor que le iría es una excavadora, pues excavadora en miniatura para el niño, que a su papá le encantan los vinos, pues sacacorchos para el caballero... y ¿para la mamá? Bah..., a la mamá ya se nos ocurrirá algo, que las mamás son las más difíciles, y así se les pasan los días.

Y llega diciembre e igual, ni puente de la Constitución ni Inmaculada, ni vamos a subir un día a esquiar ni nada, ellos a lo suyo, seleccionando regalos y envolviendo, envolviendo y seleccionando, así noche y día, y a hacer kilómetros, sin descanso, como mucho paran un rato en un oasis para que coman y beban algo los camellos y ellos aprovechan para echar un pis, que a esas edades la próstata ya les empieza a fallar; pero aún entonces no piensan en otra cosa que en envolver y en elegir regalos, que vaya paliza, yo estaría de regalos hasta la pluma del turbante.

Y hoy igual, no dicen esta tarde nos la tomamos ya de relax, que siempre hay algún indeciso que no acaba de tenerlo claro hasta el último momento, y ahí iban ellos, que los acabo de ver pasar por debajo de casa y allí iban los tres tan tranquilos hablando de sus cosas y empaquetando regalos con los ojos cerrados...

¿Y la magia para qué les sirve?, porque aquí mucho rollo pero de los trucos del título ni sombra por ninguna parte. Pues la magia les sirve para tres cosas fundamentalmente, para que todo el mundo tenga su detalle mañana por la mañana por pequeño que sea, el regalo, y por maligno que haya sido, el regalado; dos, para no cansarse en tres meses de viaje y seguir igual de lozanos que hace 2000 años, porque tú ves una foto de hace 50 años y los tres están igual, y si te vas a cualquier museo y miras un cuadro de hace 300, lo mismo, con sus capas, sus coronas... hechos los tres tres pinceles; y tercero, pero no menos importante, para que esta tarde dentro de nada, cuando pase la cabalgata por delante del niño listo ese que le parece que se lo sabe todo y que qué me vas a contar a mi de reyes si yo ya sé quien son, vale, vale chaval, tú te lo pierdes, pues les sirve para que a ese chaval cuando los vea allá arriba subidos en las carrozas le entre como una ráfaga de viento polar por el cuerpo, le brillen los ojos y se pregunte si quizá, aunque el no haya pedido nada, tendrá su regalo también mañana cuando se levante.

Reyes Magos, Navidad

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